VIDA SOCIAL – Pautas fundamentales

El perro comparte nuestra vida desde tiempos inmemorables, sin embargo hoy en día siguen habiendo restricciones que nos obstaculizan integrar a nuestras mascotas en diferentes ámbitos.

Si bien Hay personas muy responsables, otros individuos no lo son y esto provoca un descontento general en la sociedad. Es por esto que resulta fundamental  la comunicación y educación con nuestro amigo perruno.

¿Cuántas horas lo miramos e intentamos saber qué siente o quiere? Sin duda no existe en la escala zoológica otro animal como el perro, ninguno se adaptó tanto al humano y sus costumbres, gustos y/u órdenes. Ellos nos adoptaron como si fuésemos de su propio grupo, estableciendo vínculos tan estrechos que muchas veces son difíciles de explicar. Son estos mismos vínculos los que han sido capaces de conseguir que un maravilloso e irracional ser vivo como el perro soporte con devoción las racionalidades del ser humano.

Leyendo a Carlos Rodríguez, comparto premisas tan básicas como ciertas sobre el tema:

  • Los perros y los humanos tenemos muchas cosas en común, nos gusta aprender y conocer cosas nuevas, identificando los alrededores para sentirnos seguros.
  • El perro, en cierta medida, se esfuerza por imitar al dueño pues participa de todo lo que nosotros hacemos – si lo dejamos.
  • La diferencia central está en que con el paso de los años, el perro seguirá dependiendo absolutamente de su dueño y se convierte en incondicional.

Los perros se identifican tanto con su familia humana que muy pocos saben enfrentarse a la vida en soledad; por eso es tan cruel abandonarlos, porque es como abandonar a un bebé, no importa la edad del perro.

Ellos se relacionan con nosotros como grupo, por tanto siempre están atentos al entorno. Tenemos que tener muy en claro que nuestro comportamiento y acciones influirán para bien o para mal en su comportamiento. Tenemos que valorar sus necesidades y sus costumbres y adecuarlas a las nuestras y viceversa. No puede ser sometido únicamente a nuestros deseos, merecen un mínimo de atención a los suyos también. Asimismo, debe tener su espacio dentro del hogar ya que forma parte del grupo familiar.

  • Muchos dueños piensan que el perro que vive en un jardín o predio grande hará más ejercicio o estará entretenido. Nada más lejos de la realidad. Cuando los perros están solos, suelen pasar la mayor parte del tiempo echados o dormidos esperando que llegue el dueño.
  • Los perros que pasan mucho tiempo solos suelen sufrir comportamientos agresivos, se tornan más tímidos o introvertidos.
  • Estar solos en el jardín o en el afuera, no les permite disfrutar del ambiente de la familia y de sus reglas, por lo cual suelen estar mal sociabilizados. Solos se aburren y se frustran, lo que deriva usualmente en problemas de ansiedad o conductas destructivas (romper plantas, o hacer agujeros en la tierra).
  • Es por esto que cuando la familia decide de forma responsable comprar o adoptar un perro, debe ser para convivir con él en forma directa, no para tenerlo todo el día solo.

 

Ahora bien, también debemos marcar el estatus familiar, sin hablar de jerarquías dejar en claro donde está cada uno.

Si el perro no tiene claro lo que pretendemos de él o si recibe señales contradictorias, estará estresado o frustrado. Pero si los mensajes que recibe son coherentes e iguales por parte de todos, estará tranquilo y deseoso de aprender más. Que él aprenda mediantes ejercicios sencillos a asimilar su posición dentro del grupo depende de nosotros, y lo ideal es a través del juego y las rutinas entorno al mismo.

Queremos educarlo para la mejor convivencia y en esto hay que tener presente que siempre hay que reforzar todo lo que hace en forma correcta y obviar lo que no nos gusta, reconduciéndolo luego. Un perro que entiende las órdenes que se les da y que las cumple, es un perro feliz. Todo depende de la forma en que conseguimos que aprenda a interpretar lo que le decimos, de forma positiva y no por medios tradicionales o represivos.

Las Jornadas que se proponen en el Club son para aprender a interactuar jugando con nuestros perros y sociabilizarlo desde otro lugar.

No olvidemos tampoco que el punto emocional en el perro también juega un rol fundamental. El perro es un ser vivo y sensible: siente, se emociona y sufre. Por eso debemos procurarle su bienestar físico, psíquico y emocional.

No le exijamos lo que es innecesario o imposible, no lo pongamos en situaciones desconocidas en forma sorpresiva, no lo sometamos ante acciones que choquen con sus instintos o su forma de ser. El perro es capaz de sentir emociones positivas y negativas.

Toda la relación con la familia es importante pero el punto cúlmine es su relación con los más chiquitos. Se debe permitir desde el vientre de la madre que participe de cada nueva vida en el hogar.

Y estimular a los niños en su relación con el perro, serán chicos más responsables, puesto que asumirán pequeñas tareas, más empáticos pues aprenderán a cuidar y a respetar al otro. Y qué decir de la relación del perro cuando convive con un anciano, es quien cubre las carencias que en la tercera edad, que usualmente nadie cubre.

Seamos por tanto responsables de nuestros amigos, pues todo comienza con nuestra decisión de incorporar un perro a la familia. El camino es de ida solamente, no tiene retorno. Dura hasta que él nos deja.

Somos los únicos responsables de sus acciones, de su educación, de su felicidad, de su conducta y de su vejez. Apliquemos siempre el sentido común.

 

 

Marita Abbenda

Club del Pastor Blanco Suizo­­­